lunes, 20 de febrero de 2012

YONAGUNI - LA OTRA ATLANTIDA ?





YONAGUNI
Ciudad sumergida bajo las Olas


Si apasionantes y enigmáticas son las ciudades que se encuentran en las alturas, en mitad de la selva, o en las entrañas del más árido de los desiertos, no menos lo son, por las implicaciones que de ello se derivan, las que han sido descubiertas bajo el manto acuático de los océanos. Veamos…




Yonaguni es uno de los secretos mejor guardados del planeta. En la actualidad es la más fascinante, increíble, monumental, sorprendente y misteriosa ciudad sumergida de cuantas se reparten por las profundidades de los océanos de medio mundo.




Su hallazgo fue, como casi todos, fruto de la casualidad, e hizo que el submarinista japonés Kihachir Aratake pasara a la historia como el primer hombre que contempló esta maravilla situada a treinta metros de profundidad, muy cerca de las costas de la isla que lleva el mismo nombre. Fue en el lugar conocido como Iseki Point. Allí, ante los ojos del experimentado submarinista aparecían, emergiendo de los fondos oceánicos como un campo de piedras talladas unas espectaculares estructuras líticas, el reflejo pasado de lo que hubo de ser un antiquísimo monumento cuyo origen y función es, todavía hoy, desconocida. Fue en el año 1985, y desde entonces no ha dejado de facilitar titulares, despertar intensos debates y fascinar con su mera contemplación.




Masaaki Kimura, geólogo marino y profesor del Departamento de Ciencias Físicas y Terrestres de la Universidad de Ryukyu, en Okinawa, es el principal defensor de la hipótesis que propone que se trata de construcciones artificiales, que en un tiempo muy remoto, cuando esta tierra permanecía descubierta de agua antes de la última glaciación, fueron realizadas por una civilización que se asentó en esta parte de Asia –de la que, como ya se ha visto en otras ocasiones, no sabemos nada–, y que pudo hacer uso de la particular geografía del lugar para modelar los “templos, columnas, pirámides y zigurats que se reparten en un área de 300 por 150 metros; muros ciclópeos gigantescos y una plataforma tallada por el hombre que se ubican en una región del mar en el que tenemos una perfecta visibilidad en aproximadamente 60 metros”, afirmaba Kimura recientemente.




Si atendemos a la posibilidad de que la ciudad sumergida de Yonaguni hubiera sido, como se ha referido con anterioridad, levantada al final de la última glaciación, tendríamos que remontarnos en el tiempo de ocho a diez milenios.




Así pues nos encontraríamos ante los restos más antiguos de la historia de la humanidad, pertenecientes a una cultura absolutamente desconocida, anteriores incluso a Mesopotamia o Egipto. Podrán imaginar que a partir de este momento las explicaciones que se han dado son de lo más variopinto. Como ya hemos visto, el profesor Kimura, después de dos décadas investigando el asunto es un firme defensor de su traza humana. Y además añade que para su realización, dado lo descomunal de las mismas, habrían sido necesarios medios técnicos difíciles de asimilar para la época a la que estamos haciendo alusión, amén de una organización social y unos conocimientos que la arqueología no atribuye a los pueblos de ese tiempo. Pero también hay detractores, entre los que destaca el doctor Robert Schoch, profesor de geología de la Universidad de Boston y uno de los primeros científicos occidentales que ha investigado hasta la saciedad el tema. Está convencido –y así lo ha mostrado en múltiples ocasiones– que se trata de formaciones puramente naturales, creadas por la especial actividad sísmica de la zona. No en vano, en el año 1998 se produjo un gran terremoto submarino que destruyó una pequeña parte del “yacimiento”, pero que a la vez hizo emerger otras estructuras que hasta ese momento permanecían sepultadas bajo una importante capa de piedra y escorias volcánicas.




Es posible que las tesis más fantasiosas sean las que más seguidores tienen. Porque partiendo de la defensa que realiza el profesor Kimura, son muchos los que han querido ir más allá, encontrando en las supuestas ruinas la certeza de que en el pasado existió un continente que permanece enclavado entre los márgenes de la mitología más universal, llamado Mu.


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GRACIAS A :
 Lobsang Arrhenius

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